15 noviembre 2007

LA GRANDEZA DEL BALONCESTO


En una de las miles de veces que los Globetrotters representaron su intención de divertir a la gente que acudía a ver sus partidos, la estruendosa risa de un muchacho durante toda la velada llamó especialmente la atención del equipo de Harlem. Las carcajadas del chico, de pie bajo una de las canastas junto a un anciano que parecía susurrarle, no se detenían ni siquiera cuando el juego estaba detenido. Al término del partido y movido por una enorme curiosidad, Meadowlark Lemon se acercó al muchacho y le preguntó: “Dime, ¿qué te causa tanta gracia?”. A lo que el chico respondió: “Soy ciego y no puedo veros, pero mi abuelo me va contando todo lo que hacéis y es maravilloso”. Conmovido, Lemon corrió a contarlo a sus compañeros antes de que todos ellos firmaran el balón y le hicieran entrega del mismo al muchacho.

Con motivo del 75 aniversario de los Harlem Globetrotters, el propio Meadowlark Lemon declaró que en sus más de veinte años en el equipo y tras cientos de miles de kilómetros recorridos, nada le había emocionado más que aquella tierna experiencia.

Cortesía de www.Psicobasket.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joder Miquel, que bonito, en serio es emocionante imaginar lo ocurrido.